Todos nunca quisimos
ser una de las cosas cuya sola mención
solía avergonzarnos,
ser una de las cosas a cuya simple vista
volvíamos el rostro con cólera,
con asco
con tristeza…
Todos nunca aspiramos
a torcer la justicia con nuestra conveniencia,
a desterrar nuestras armas,
nuestra vista,
a esconder nuestra voz tras los umbrales,
a sembrar fuego
en el lecho del prójimo dormido.
Todos nunca quisimos ocultarnos
ante el ubicuo rostro del cobarde,
quebrar nuestras gargantas en susurros
ni decir sólo aquello que quería escuchar
quien no escuchaba.
Todos nunca asentimos
ante la instrucción de ser lo que no éramos,
ante la indicación publicitaria
de los caminos obvios,
ante la sorda lucha por cetros de mentiras.
Todos nunca quisimos
vender nuestro mañana a cambio de un futuro
ni acabar medio nadie
o totalmente nadie innúmeras jornadas,
ni que llegara el día
en que ya no importaran las pocas de esas cosas
que aún nos fueran capaces de un recuerdo.
Todos nunca deseamos transformarnos
en tan clara maldita referencia.
Todos nunca quisimos convertir
nuestra sórdida envidia en una admonición,
justificarnos lo injustificable contando nuestra historia
a todo aquél que fuimos
y que hoy, con ojos nuevos, nunca quiere.
Todos,
alguna vez,
nunca quisimos.
CRISTIÁN
cuantas veces quisimos no ser
para afirmar que somos
lo que en su medida nos cuesta aceptar...
srv
a torcer la justicia con nuestra conveniencia,
a desterrar nuestras armas,
nuestra vista,
a esconder nuestra voz tras los umbrales,
a sembrar fuego
en el lecho del prójimo dormido.
Todos nunca quisimos ocultarnos
ante el ubicuo rostro del cobarde,
quebrar nuestras gargantas en susurros
ni decir sólo aquello que quería escuchar
quien no escuchaba.
Todos nunca asentimos
ante la instrucción de ser lo que no éramos,
ante la indicación publicitaria
de los caminos obvios,
ante la sorda lucha por cetros de mentiras.
Todos nunca quisimos
vender nuestro mañana a cambio de un futuro
ni acabar medio nadie
o totalmente nadie innúmeras jornadas,
ni que llegara el día
en que ya no importaran las pocas de esas cosas
que aún nos fueran capaces de un recuerdo.
Todos nunca deseamos transformarnos
en tan clara maldita referencia.
Todos nunca quisimos convertir
nuestra sórdida envidia en una admonición,
justificarnos lo injustificable contando nuestra historia
a todo aquél que fuimos
y que hoy, con ojos nuevos, nunca quiere.
Todos,
alguna vez,
nunca quisimos.
CRISTIÁN
cuantas veces quisimos no ser
para afirmar que somos
lo que en su medida nos cuesta aceptar...
srv