viernes, 27 de marzo de 2009

La Guerrilla Fantasma /Nueva York: Editorial Moria, 1990

He recibido el siguiente libro, con una esquela, donde el autor me dice que le habían recomendado que esto no era conveniente publicarse en Buenos Aires. Sinceramente me siento avergonzada que a 33 años no se pueda publicar esto, y que alguien recomiende que no se lo haga. Mas allá de coincidir o no con lo que puede decirse, me parece que es hora de que comencemos, a por lo menos liberar la palabra, para poder revisar que hicimos luego, salvo que todos queramos diplomas de silenciadores. Creo como ser humano primero y como periodista luego, que la libertad de expresión es el bien mas preciado,lo contrario es la matriz de muchos males que hemos y seguimos padeciendo. SV



He leído tu carta sobre el genocidio en Argentina que acaba de publicar Borinquen literario, y me atrevo a enviarte este poemario, basado en el Requiem de la Iglesia Católica, que tomo de base para un contrapunteo sobre el futuro de América, mi "Guerrilla fantasma". Se publicó hace mucho tiempo, y cuando lo quise presentar en Buenos Aires se me advirtió que no lo hiciera. Puede que ahora puedas circularlo electrónicamente.

Alfredo Villanueva Collado
N.Y.


LA GUERRILLA FANTASMA

Nueva York: Editorial Moria, 1990

ÍNDICE

PRÓLOGO: HISTORIA NECROLÓGICA COMO VISIÓN PERSONAL, POR SILVIO TORRES-SAILLANT.

1. RÉQUIEM

2. KIRIE

3. DIES IRAE

4. TUBA MIRUM

5. LIBER SCRIPTUS*

6. QUID SUM MISER

7. REX TREMENDAE*

8. RECORDARE

9. INGEMISCO

10. CONFUTATIS

11. LACRIMOSA*

12. OFFERTORUM*

13. SANCTUS*

14. AGNUS DEI

15. LUX AETERNAM

16. LIBERA ME

* Poemas aparecidos en Entre la inocencia y la manzana (San Juan de Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1996).

HISTORIA COLECTIVA COMO NECROLOGÍA PERSONAL

Silvio Torres-Saillant

La guerrilla fantasma de Alfredo Villanueva Collado nos coloca frente a una poesía fuerte, dura y provocadora. Densa en el contenido, tensa en la ejecución, parece orientada a producir sólo reacciones extremas. Balanceándose entre un hermético lirismo y una vehemencia intencionadamente libelista, el texto puede igualmente llevarnos a la exaltación solemne o a la repulsión virulenta. Lo que el poema no permite al lector es espacio para sentimientos medianos.

Este libro manifiesta su mayor tensión de texto poético en la ira reflexiva que se sostiene en la voz del hablante hasta el final. Acuñada mediante recursos estilísticos que en el poeta denotan indudable madurez artística además de libertina disposición a correr riesgos estéticos, la tensión se anuncia en los seis versos que, sirviendo de proemio, densamente resumen el poema: “América, vasto cementerio de suicidas. /Quererte es encamarse con los muertos./ Llamarte madre es ser hijo de puta./ Llamarte padre es portar uniforme./ Hijo de puta y mercenario, escribo/ en una tumba mi árbol necrológico.” Con tal introito, abreviando la desilusión y la pena histórica que pervaden el texto, queda claro que escuchamos un contra-canto al discurso celebratorio con que los latino-americanos acostumbramos a evocar el suelo que uno de nuestros apóstoles denominó Nuestra América.

El hablante en La guerrilla fantasma se ubica inicialmente en un plano subjetivo para, cantando con desencanto, enunciar su denuncia de la pretendidamente heroica historia de su gente. Narra su materia a partir de una percepción reconociblemente individual. Sin embargo, la materia de su canto no podía ser más colectiva, como tampoco podían ser más colectivas las condiciones que producen la ilegitimidad que se atribuye al identificarse como “hijo de puta y mercenario.” Se trata de una evocación de la historia de todo un continente y sus islas adyacentes, territorios que, según la frase de Eduardo Galeano, se han especializado en perder. Se trata, además, de una forma de contar dicha historia en la que prefiere enfatizar cosas que atentan contra la evocación tradicional, la que nos invita a ufanarnos enarbolando la heredad.

El tipo de razonamiento desplegado por el hablante a lo largo del texto baja a las esencias, detectando contradicciones a distancia, como en la lógica infantil del pequeño que no comprende por qué le gritan los padres para enseñarle a hablar en voz baja. No puede producirle éxtasis la narración del legado americano a un observador que repara en el bochornoso estado de neocolonialismo que padecen las Américas, zonas que han albergado algunas de las más cruentas dictaduras del planeta, desde Argentina a Uruguay, en los que, nos dice “no sale, /el sol, sino una bayoneta enrojecida. ”Se fija, por ejemplo, en que cantar el patetismo de la partida de Mambrú “a la guerra” en cierta medida silencia la otra parte de la historia de Mambrú quien, como típico hacedor de la guerra, seguramente al llegar al enemigo: “Violó niñas, castró adolescentes, /achicharró ancianos y aldeas.” Nos hace considerar la posibilidad de que nuestro proverbial patriotismo, la vocación por los padres de la patria, constituya una especie de adoración al militarismo. Por eso se abstrae, imprecando contra la “Madre puta, soldadera América,” denunciando la tradición epopéyica de narrar nuestra historia en la que ‘Se inventan próceres y efemérides, / perros peleando fronteras que no existen.” Nos lleva a notar la similitud existente entre las botas de nuestros próceres en las gloriosas efemérides y las botas asesinas del ‘soldado protector de padre América” que en nuestro hemisferio han convertido a más de una madre en una María, mater dolorosa.

En la decimoquinta de las dieciséis partes en que se divide el texto, se presenta el montaje de lo que podríamos llamar “una nómina de huesos” en un sentido mucho más literal de lo que a Vallejo se le haya podido ocurrir; aparece allí un “dramatis personae” compuesto de jóvenes latinoamericanos que, oscilando entre los 21 y 28 años de edad, fueron “desaparecidos” por los militares. Los datos biográficos dados al calce y el tiempo verbal escogido para invocar a los finados da la sensación de que el hablante los siente como individuos y los siente presentes. Aquí, como en tantas otras partes del poema, insiste el hablante en la relación entre el militarismo y la muerte. La soldadesca, compuesta según él de “vasallos marciales,” lo que recuerda la dependencia de las estructuras de poder criollas de fuerzas exteriores a ellas mismas, se ve aquí como portadora de la muerte. Su aversión a los símbolos de la fuerza llega a la intransigencia y rechaza cualquier opción que, en procurando remedio, incluya la posibilidad de una cuota de muertos: “Si creéis que hablaré de la lucha armada/ os equivocáis,” anticipa con firmeza, descartando así la salida tradicionalmente propuesta por los propulsores de la revolución socialista. Desestimando la dicotomía contenida en el binomio capitalismo-comunismo, no considera que sea plausible “ser de un bando o del otro.” De ahí que le aterre el uniforme militar en la persona de Fidel Castro, paladín de la revolución latinoamericana, igual que en la persona de Augusto Pinochet, bastión de la extrema derecha.

Sin embargo, la ira que sostiene la voz narratoria en La guerrilla no da lugar a la sobriedad que implicaría tal neutralidad. Por eso, no obstante pronunciarse como el apóstata del socialismo igual que del capitalismo, los términos con los que describe la desafortunada condición de los latinoamericanos por lo general aluden a problemas vinculables al dominio de los Estados Unidos sobre el hemisferio. Desde la señora puertorriqueña quien en su enajenación se hace eco del discurso típico de la Moral Majority, a la diáspora de los latinos que “se van al Norte’ persiguiendo el elusivo American Dream, seducidos por “el cuento del dorado/ que se inventara con respecto a ellos mismos,” a la dependencia económica y el adyacentismo cultural que reina en las tierras de “américacolonia .../ américaesclava.../ américapaisaje.., “ donde los oprimidos se convierten en ‘emigrantes emigrados proclamando las glorias del imperio,” las imágenes evocadas para ilustrar el malestar de Latinoamérica apuntan innegablemente a la condición de subordinación de estos piases con respecto a su aliado imperial de Norteamérica. Queda claro, además, que cuando la voz implora, desesperanzada, un fin para “la matanza/ la compra/ la venta,: sus referencias sólo aluden al mercantilismo capitalista en las repúblicas clientes del hemisferio y al tributo de sangre que el mismo exige.

Pero de todas maneras, la voz que crea Villanueva-Collado no propone fácil panacea para la situación de América. Opta, más bien, por una salida personal, “decirlo todo,” que es la función del poeta-profeta. Se asigna la tarea de servir de portavoz de los muertos, de ‘necrófilo vidente” capaz de hablar con y por los muertos. En muchos sentidos estamos frente a un poema fúnebre. Los epígrafes en latín que encabezan cada una de las 16 secciones del texto proceden del réquiem en la liturgia tradicional y contribuyen significativamente a corroborar el ambiente luctuoso del poema. Fue específicamente en la versión de Verde, sobrecogido por la violenta solemnidad de su música, que Villanueva-Collado percibió una estrecha relación entre su canto y el Réquiem, y decidió cultivar ese influjo. Puede notarse aquí una especie de contrapunto entre motivos salidos del texto latino de la liturgia y los versos de nuestro poeta., Mediados por la música verdina. Esto dará material de estudio a aquellos interesados en escudriñar la relación entre la poesía y la música cuando la primera se compone bajo el influjo de la segunda. Pero lo más obvio, que es lo que aquí importa, no resulta menos significativo: la forma en que la unión intertextual del Réquiem y los versos del poeta incrementan notablemente la atmósfera mortuoria del poema.

Hay otro intertexto que demanda nuestra atención: los dibujos de Víctor Amador que ilustran las distintas partes del poema. Estos trabajos, preparados exclusivamente para acompañar el poema de Villanueva-Collado, captan de forma monstruosa la violencia contenida en La guerrilla. Son imágenes agrias éstas de Amador. Son certeras. Nos llegan a la médula porque, no obstante no haberlas visto ni haberlas querido ver nunca, las reconocemos inconfundiblemente. Describen con hiriente sinceridad nuestra sujeción. El texto visual de Amador y el verbal de Villanueva-Collado conversan con tal armoniosidad que parecen manifestaciones de una poética común. Compañeros por casi dos décadas, Villanueva-Collado y amador colaboraron aquí por última vez, visitado el último tempranamente por la muerte hace apenas unos meses, como si algún voluntarioso azar quisiese nefastamente incrementar el inventario de muertos que informa el árbol necrológico del poema.

Apoyándose en diversos recursos, el autor de La guerrilla atina a construir una voz problematizadora que, reacia a concebir la muerte como abstracción metafísica y descardando racionamientos sistémicos o salidas dicotomizantes, procura mediante la atención personal al destino de sus muertos, delimitar claramente el marco de su súbver-sión. Si nadie le garantiza medida que precluya el derramamiento de sangre o la eventual reproducción de las estructuras opresivas de las que nuestros pueblos dicen querer salir, se dedica a vociferar contra rodos los que de alguna manera participan en el diálogo de la muerte. Más que dirigida al imperialismo, su denuncia va contra los vasallos locales de Latinoamérica. Tampoco la dirige exclusivamente a los gobiernos o a los símbolos más tradicionales de las estructuras de poder, sino también a los oprimidos que en muchos casos colaboran con su sujeción. En esta forma de ver las cosas: “Las víctimas son los victimarios. / Los verdugos son los condenados, / Cada asesinato es un suicidio./Cada emigrante un vendido.” Así proclama el hablante la simbiosis entre los de abajo y los de arriba, rechazando la visión que pinta al oprimido como un noble salvaje.

El hablante se ubica, pues, en una perspectiva más de testigo que de partícipe. Resulta indudable en ese sentido que lo que permite a Villanueva-Collado concebir la persona de su poema es su propia condición de circunstancial exterioridad a respecto del drama latinoamericano. De ahí su cruel objetividad. Mira desde afuera, desde su condición de intelectual inmigrante puertorriqueño en Norteamérica, y eso le deja ver sólo el lado opuesto, el enemigo que estima responsable de la infelicidad imperante. Quien está fuera, menos amenazado por la inmediata violencia del suelo criollo, goza del privilegio de mirar panópticamente el cuadro entero y poder notar lo que parecería ser cierto grado de complicidad entre las partes presumiblemente dispares. Sin embargo, esta misma exterioridad, tornándose en autoconciencia, agudiza el envolvimiento emocional del observador. Tal es el caso de nuestro poeta. La distancia lo acerca desgarradoramente a Latinoamérica. El enorme fenómeno geopolítico que lo tiene viviendo por tantos años en el Norte no logra separarlo de su suelo espiritual en Latinoamérica.

Frente al quejoso drama histórico que se narra en La guerrilla fantasma, el hablante busca militantemente el margen. Llevando el bastardismo de su voz hasta sus últimas consecuencias, desafía el favor de los bandos existentes y se afilia únicamente a la guerrilla de los muertos. En la última sección del poema, propone como única salida la emulación de Jeremías, a quien estima “único ejemplo posible.” En nada sorprende esta salida dado que al antiguo profeta hebreo también le toco pronunciar la desdicha de su pueblo, Judá, al que tildó de “pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye” (Jer. 5:21). Con una videncia hipersensible para “la violencia y destrucción,” Jeremías vaticinó cosas que le merecieron encarcelamientos, golpizas e intentos de asesinato. En su tierra natal se llegaron a juntar los sacerdotes y profetas para decir a los príncipes y a todo el pueblo “En pena de muerte ha incurrido este hombre, porque profetizó contra esta ciudad” (Jer. 26”1). Viene al caso también que jeremías, contra todos los vejámenes que le acarreara su videncia, desarrolló como ningún profeta del Viejo Testamento un significativo equilibrio entre la dimensión histórica de su llamad profético y su drama de hombre individual, lo que se percibe en el tono íntimo de su invocación cuando intenta comunicarse con la voz divina, por lo que ha merecido el epíteto de ‘padre de la religión personal.”

Nuevo Jeremías, el hablante en La guerrilla da categoría histórica a su drama personal o, lo que para el caso resulta igual, procura la manifestación personal del drama histórico que narra. Villanueva-Collado ha forjado en este texto, con éxito rara vez alcanzado por poetas, una voz que, admitiendo y absorbiendo las contingencias entre aparentes opuestos, fusiona lo individual con lo histórico-político. Lo natural normalmente ha sido que Héctor abandone los brazos ansiosos de Andrómaca para cumplir con su misión de prohombre histórico e inmolarse bajo la espada de Aquiles, o que Eneas deseche las cálidas sábanas de Dido para ejecutar el olímpico dictado de sentar las bases de un gran imperio. Es decir, se ha estimado admirable que, cuando se presente el dilema, la persona sepa subordinar su rol de individuo privado a su misión de agente histórico. La literatura moderna, rebelándose contra la tradición heroica de los antiguos, ha enaltecido el antihéroe que antepone a lo histórico su pequeña soberanía de individuo privado. Pero en esa rebeldía ha sustentado, en vez de eliminar, la vieja dicotomía, de la misma manera que sustenta la existencia de Dios el auto-proclamado ateo que impreca contra el Altísimo.

En La guerrilla Villanueva-Collado va más allá y niega la inevitabilidad del dilema, respondiendo a lo histórico-político con medidas típicas del ámbito de lo privado y viceversa. Nótese que el bastardismo que se atribuye, el reconocimiento del cual le permite propugnar por la subversión absoluta, es el resultado directo de proceder de un continente históricamente prostituido. En el imperio de la papa frita (1988), un reciente libro del poeta que se lee como el alarido de un individuo amargado por el destino colonial que le ha acaecido a su pueblo, también se puede entender como la plegaria colectiva de un pueblo en la amarga evocación de su devenir colonial durante los últimos noventa años de la historia puertorriqueña. Asimismo, en La guerrilla, que presenta una visión continental y macrocósmica de la misma realidad que en su dimensión insular se manifiesta en En el imperio, el hablante llora como individuo sus íntimos difuntos a la vez que, a través de esa plegaria personal, nos revela políticamente el árbol necrológico en que se inscribe la historia de América.

REQUIEM

Requiem aeternam dona eis, Domine,

Et lux perpetua luceat eis

Te decet hymnus, Deus, in Sion,

Et tibi reddetur votum in Jerusalem;

Exaudi orationem meam,

Ad te omnis caro veniet.

Requiem aeternam dona eis, Domine,

Et lux perpetual luceat eis.

América, vasto cementerio de suicidas.

Quererte es encamarse con los muertos.

Llamarte madre es ser hijo de puta.

Llamarte padre es portar uniforme.

Hijo de puta y mercenario, escribo

En una tumba mi árbol necrológico.

Kyrie

Kyrie eleison

Christe eleison

Kyrie eleison

Esto no es fácil.

Esto

no sale.

Sale

la destrucción del contrario

la aniquilación del semejante

una marejada

sobre los catafalcos

de los padres

de las patrias podridas

el lodo corrosivo

lavacatedrales

Esto

no es

fácil.

Esto

no es

lo que

se permite.

Pero se cansa uno

de ser humilde

diplomático

callado

de morir con los que están muriendo

y repetir lecciones.

Mambrú se fue a la guerra

sin nada de dolor y con muy poca pena.

Violó niñas, castró adolescentes,

achicharró ancianos y aldeas.

Portaba en la mano manual de instrucciones

publicado en países civilizados

con diagramas, con ilustraciones.

Mambrú se fue a la guerra

sin nada de dolor y con muy poca pena.

Mutiló su familia, arrasó sus tierras.

Murió atravesado de bala fraterna.

Portaba en la mano bayoneta extranjera.

¿De cual dios fue Mambrú la imagen necesaria?

¿A qué dios se le pide piedad para América?

DIES IRAE

Dies irae, dies illa

Solvet soeclum in favilla

Teste David cum Sybilla:

Quantus tremor est futurus,

Quando judex est venturus

Cuncta stricte discursurus.

Una vergüenza, pronunciar ese nombre.

Un pudor teñido de tortura.

Mis labios doncellas abiertas con picana.

Qué formas raras del amor, el degollamiento,

la electricidad, los genitales quemados,

cuerpos dinamitados en desiertos inverosímiles,

balas pene/trando orificios de niños.

Madre puta, soldadera América,

Mienten tus hijos para protegerte.

Se inventan próceres y efemérides,

perros peleando fronteras que no existen.

La muerte es una jungla indivisible.

Cantan los poetas cielos y espacios.

No recuentan los ríos enrojecidos de tu leche.

No narran la podredumbre de tus carnes

viva aun con la gusanera de los arrojados

en fosas escondidas, de noche cubiertas

con medallas y mierda de generales.

Esta es la única libertad posible:

decirlo todo

con una voz pequeña, con un dedo pequeño

señalando

el camino por el que se acercan los muertos.

Vienen mostrando sus rostros raidos,

sus miembros rotos, sus órganos disueltos.

Vienen sin bocas, deseando mi boca.

Siento en la lengua el ácido del miedo,

lo salado del miedo, el amargo del miedo,

lo dulce del aire mientras caigo al océano.

Si tengo suerte vomitará mis huesos

sobre las costas de algún país civilizado.

TUBA MIRUM

Tuba mirum spargens sonum

Per sepulcra regionum,

Coget omnes ante tronum.

Mors stupebit et natura

Cum resurget creatura

Judicanti responsura.

¡Los ríos, los ríos, el agua envenenada

arrastra cuerpos, el agua salvaje

de las costas vomita

cuerpos! ¡Llueven cuerpos, no

agua sobre la tierra muda! ¡Los habitantes

de las aguas engordan con

lo que flota por un tiempo y se

hunde luego para siempre en

el limo verde y acuoso

del olvido!

¡Los vientos, los vientos melenudos

que se precipitan desde las alturas, arrastran

los aullidos, los vientos a caballo

de las pampas y llanos arrean en rebaños

ovillados las súplicas, las oraciones,

las maldiciones, los nombres

que se dijeron o se pensaron o se sangraron

en los minutos antes del olvido!

¡Sobre Argentina, Brasil,. Colombia,

Chile, El Salvador, Guatemala,

Haití, Honduras Panamá,

Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay, no sale

El sol, sino una bayoneta enrojecida

que sobre el cielo marca el comienzo

del día de los asesinos, el miedo

interminable, y horror sin

nombre, y el

olvido!

LIBER ESCRIPTUS

Liber scriptus proferetur,

In quo totum continetur,

Unde mundus judicetur.

Judex ergo cum sedebit

Quidquid latet, apparebit

Nil inultum remanebit.

Muy distinguido profesor que leéis

estas líneas blasfemas que no concuerdan

con la música leve de vuestras pajas;

con las caricias tantalizantes de vuestros dedos

bajo la bolsa vacía de vuestros sueños,

oídme expresarme en el neto castizo

como lo hiciera el roquero Dalton

tan revolucionario pero tan correcto.

Si creéis que hablare de la lucha armada,

os equivocáis.

Hablare de la rosa

blanca y roja, semen de padrote y sangre

de virgen, roto de gamín violado por mendigos

(os refiero a la boca de la ballena).

La rosa roja como un cordón eléctrico,

la rosa blanca como un balde de mierda,

cerrad los ojos, mi querido colega,

esto sucede pero no pasa.

Pronto ha de ser un mal recuerdo

no recogido en antologías.

En buen castellano, no español de las islas,

Dios el cabrón nos libre del futuro.

El día es tan hermoso,

el vino, suculento,

y la muerte, caliente.

Señor profesor dadme un beso de lengua.

Prefiero la francesa, mas también la italiana.

para que se me quite este sabor

a carne agusanada,

para que los muertos tan niños renuncien

al amor que desean vivir en mi cuerpo.

Salvadme para siempre del don de la videncia.

Haced que enmudezca con medallas y dólares.

QUID SUM MISER

Quid sum miser tunc dicturus?

Quem patronis rogaturus,

cum vix Justus sit securus?

Y ella escribió:

Le digo, profesor,

a veces me da tanta vergüenza . . . .

¡Un poeta de los míos atacando a Dios!

¡Un poeta de mi país, atacando

a los americanos!

Después que han sido tan buenos

con nosotros. . . .

Si no fuera por ellos,

Otra Cuba seriamos,

Otra Nicaragua.

No tendríamos ni para comer.

Mis hijos no irían a la escuela.

Se los hubieran llevado para Rusia

A trabajar las minas de Siberia.

Le digo, profesor.

Los poetas no deben hablar mal de Dios.

Tenemos que hacer Su voluntad todo el tiempo.

El progreso nos viene del Padre Eterno.

Le prendí una vela por un televisor

y al otro día me gané la lotería.

Y en lo que respecta a los americanos

¿no estamos seguros, no estamos felices, no estamos aquí?

¡No como esos pobres latinoamericanos!

Tienen que decir que son puertorriqueños.

Todo el mundo quiere ser puertorriqueño.

Nos dan los trabajos en las factorías.

Nos dan los trabajos en los hospitales.

Nos dan los trabajos en los restoranes.

Nos dan ayuda, nos dan cupones, nos dan esta escuela.

Hasta podemos votar por Mister Reigan.

Y no le tememos a la migra.

Por lo tanto, me gustaría

que se dejara de enseñar pocasvergüenzas.

No son propias y no son verdad.

¿Por qué siempre la literatura es negativa?

¿Por qué hablar de sufrimiento y de pobreza?

¿Por qué cantaletear con los derechos?

Una dama no los necesita,

sólo un buen marido que la cuide.

La literatura es ocasión de pecado.

¡Hasta menciona a los homosexuales!

No dejaré que mis niños la toquen.

Y he sufrido tanto en este curso

que tiene usted la obligación moral

de tomar mi sufrimiento en cuenta

cuando me dé la nota,

y respetar mi religión, mis años.

REX TREMENDAE

Rex tremendae majestatis,

Qui salvandos salvas gratis,

Salvea me, fons pietatis.

El Che Guevara cabalga desnudo.

Los cascos del caballo le endurecen el cuerpo.

El Che Guevara me mira desnudo

desde una nube empapada de sangre.

Los labios del Che sonríen entreabiertos.

Velados antojos guerrilleros provocan.

La mirada del Che se sitúa en la jungla

donde retozan grandes gatos negros.

El torso del Che conduce al abismo

donde desespera la columna que canta.

Los dedos del Che trazan arabescos

sobre los bordes de agujeros trágicos.

La piel del Che se tiñe de arco iris

con los olores de la primavera.

Desciendo por el cuerpo infinito del Che.

Me sumerjo en los azules de su espalda.

Trepo por el rosa violeta de sus muslos.

Exploro el verde selva mojado de su sexo.

RECORDARE

Recordare, Jesu pie,

Quod sum causa tuae viae:

Non me perdas illa die.

Quaerens me, sedisti lassus:

Redimisti Crucem passus.

Tantus labor non sit cassuc.

Juste Judex ultionis,

Donum fac remissionis

Ante diem rationis.

La historia está compuesta de palabras.

Sólo palabras.

:Las palabras, más importantes que los hechos.

Más importantes que las verdades.

Con palabras se creo el universo.

En el principio fue el verbo,

La primera palabra, la primera mentira.

Juguemos con la manzana.

¿Es acaso un objeto o un nombre?

Fruta roja, ocasión de pecado

según relatos hechos de palabras.

Los pies negros no conocían la manzana.

Los guaraníes no conocían la manzana.

Los caribes no conocían la manzana.

Los tainos no conocían la manzana.

Los aruacos no conocían la manzana.

Los mayas no conocían la manzana.

Los incas no conocían la manzana.

Los aztecas no conocían la manzana.

Los chibchas no conocían la manzana.

Esta fruta no es universal o platónica.

Juguemos con América.

¿Es un territorio o una imagen?

Un ingrediente o un producto?

¿Cuáles son las palabras de su forma?

(Esto no es fácil. A cada grito

el poeta traga un buche de sangre

que un muerto le trae para que recuerde).

Juguemos con América.

Juguemos con palabras de todas clases.

Las que se guardan en crónicas y documentos.

Que se publican en los periódicos.

Que se pronuncian en peroratas y pesadillas,

Las palabras de las telenovelas,

de los emigrantes, los desaparecidos, los verdaderos,

los encontrados.

(Esto no es fácil. Cada vez que se mueve

el poeta se entierra el hueso de una mano

que un muerto estira para acariciarlo).

INGEMISCO

Ingemisco, tanquam reus:

Culpa rubet vultus meus,

Supplicanti parce, Deus.

Qui Mariam absolvisti,

Et ladronem exaudisti,

Mihi quoque spem dedisti.

Preces meae non sunt dignae:

Sed tu bonus fac benigne,

Non perenni cremer igne.

Inter oves locum praesta

Et ab haedis me sequestra

Statuens in parte dextra.

Se corre la voz por entre los militantes.

Los compañeros comentan, ahuecando las voces:

esos hermanos, tan reaccionarios,

hacen demasiadas preguntas,

simpatizan con todo el mundo,

no se someten a la disciplina

que requiere la lucha y el partido.

No se dejan concienciar debidamente.

No son útiles a la causa.

Se corre la voz por entre los primos.

Los tíos comentan con voces apagadas:

Esos muchachos, tan inteligentes.

Qué pena que sean subversivos.

La culpa es del padre, nacionalista.

La culpa es de la madre, metida en líos,

defendiendo a los estudiantes huelguistas,

protestando ante la intervención policíaca.

Ayer, por este vecindario,

hacían preguntas sobre los cuatro,

Acerca de reuniones a deshora,

de opiniones en contra del gobierno.

No está mal, tener sus ideales

mientras no se promueva la violencia.

Ante todo, el respeto a la ley.

Por eso se han llevado arrestado al muchacho.

No ha querido servir en el ejercito.

Ayer por la mañana, en la escuela,

indagaban sobre la madre.

Hoy ningún colega respetable le habla.

Ella aprieta los labios y da los buenos días.

Me cuentan que la vieron derramar una lágrima.

Hijo, ten cuidado en el supermercado.

No hables tu idioma, que no agrada.

Mira que han quemado ya la casa

de los otros hispanos en el pueblo.

No atraigas atención, no rías fuerte.

Alguno va a llamar la policía.

No me digas que no pasan esas cosas.

Con esta gente, una nunca sabe.

Hijo, no identifiques tus creencias.

Recuerda cómo me trataron en la escuela.

Si tu hermana hubiera sido más discreta

no se hubiera enchismado la familia.

Si tu padre no fuera tan abierto

no se hubieran retirado los vecinos.

Aquí al menos conseguimos casa.

No toques música de esa en el balcón.

Cierra las puertas. Cierra las ventanas.

(Esto no es fácil. Una muerta se acerca.

Lloran suspiros sus cuencas vacías.

Se arrodilla el poeta. Le pide perdón

por cualquier semejanza con su historia).

CONFUTATIS

Confutatis maledictis

Flames acribus addictis:

Voca me cum benedictis.

Oro supplexet acclinis,

Cor contritum quasi cinis:

Gere curam mei finis.

No es posible

ser de un bando o del otro.

No interesa

el color de los hombres que compran.

Interesa

el color de los hombres que venden,

las monedas

por las cuales se vende el futuro de todos.

Los muertos no me dejan

lavarme la vista

enjuagarme la piel

el sabor de sus gritos

el olor de su sangre

está aquí conmigo en la vergüenza

en el exilio el vasallaje el conocimiento

del esclavo que agradece desde mi garganta

a los pies del capataz la caricia del látigo

contento de la mueca de asco en los labios del amo.

Nuestra América

de mitos próceres efemérides estatuas

discursos literatos coronas paradas.

Nuestra América

de militares asesinos sacerdotes asesinos

señoras respetables y asesinas

emigrados emigrantes proclamando

las glorias del imperio

haciendo de gansos capitolinos cuando atisban

sobre el horizonte la marejada roja que los haría

responsables del mundo

Nuestra América.

Los espejos no devuelven su reflejo.

Sobre la tierra no proyecta sombra.

LACRIMOSA

Lacrimosa dies illa,

Qua resurget et favilla

Judicandus homo reus.

Huic ergo parce, deus:

Pie Jesu domine,

Dona eis réquiem. Amen.

Ave María llena de desgracias.

Se llevaron a tu hijo de madrugada.

Los vecinos cerraron las ventanas

por no escuchar tus alaridos.

Nadie se ocupó de bendecir tu nombre.

Dejaron de mencionarte en los corrillos.

Voltearon los rostros cuando pasaste

Por no contestar a tus preguntas.

En el cuartel rió el uniformado.

Te informó que no habías parido.

El fruto de tu vientre era mentira.

Nunca más supiste de aquel mozo.

No pudiste acunar su esqueleto.

Ave María, llena de miserias.

Se llevaron a tu nuera de madrugada.

La sacaron arrastrada por el pelo.

La violaron en el medio de la calle.

La arrojaron en una furgoneta.

Con ella se llevaron a tu nieto de un año.

Los vecinos cerraron las ventanas

por no escuchar tus alaridos.

En el cuartel rió el uniformado.

Te informó del descubrimiento de una fosa

en una zanja al lado de un camino.

Los cuerpos vivos ardieron por horas.

Tuviste suerte. Reconociste un aro.

Ave María, dolorosa en vida.

Ahora, con otras, caminas una plaza.

Portas un cartelón con un retrato.

No hay quien pueda mirarte de frente.

Tu mirar escudriñante quema.

No hay quien resista el escuchar tu voz,

ráfaga del viento muerto de la pampa,

del viento helado de tu corazón.

En el juicio rió el uniformado.

Informó ante la corte que no sabía nada.

El jurado sapiente lo declaró inocente,

Soldado protector de padre América.

OFFERTORIUM

Domine Jesu Christe, rex gloriae,

libera animas omnium fidelium defunctorum

de poenis inferni et de profundo lacu;

libera eas de ore leonis,

ne absorbeat eas tartarus,

ne cadant in obscurum.

Sed signifer sanctus Michael

repraesentet eas in lucem sactam.

Quam olim Abrahae promisisti

Et semine ejus.

Hostias et preces tibi, Domine,

laudis offerimus.

Tu suscipe pro animabus illis,

quarum hodie memoriam facimus.

fac eas, Domine, de morte transire ad vitam.

Por no morir de hambre,

Por que no los rapten y los torturen;

porque se han tragado el cuento del dorado

que se inventara con respecto a ellos mismos;

Por creer en la computadora y el progreso,.

porque desean trabajar y pagar deudas,

y ya no les queda ni la esperanza

de que se arregle la cosa en el milenio,

te abandonan tus hijos Padre América,

se arrojan al vacío desde tus orificios,

resbalan por tu boca desdentada,

ruedan de tus ojos enrojecidos,

se gotean de la punta de tu miembro,

tu semilla, convertida en excremento.

Se van al Norte,

con las calles alimentadas de tostadoras,

con el aire cargado de supermercados,

con el agua vitaminizada.

Se van al Norte.

Al Norte, al Norte donde serán más blancos,

el Norte de los vaqueros y los banqueros,

al Norte, donde se cambiarán los nombres.

Las fábricas esperan con palancas abiertas,

los campos de lechugas y tomates esperan,

esperan las cocinas de grandes restoranes,

las esquinas de numerosas calles,

donde se vende en sobres el ensueño de América,

la blanca leche en polvo de sus suelos.

Se van al Norte.

Con las calles pavimentadas de diplomas,

con el aire cargado de artículos y ensayos,

con el agua metaforizada.

Se van al Norte.

Al Norte, al Norte, donde hay grados y becas,

al Norte de las editoriales y ferias culturales,

al Norte, donde se adquiere reconocimiento.

Esperan los salones de clase y catecismo,

los recitales y tertulias de exiliados esperan,

esperan profesores ávidos de poetas

en los recintos de instituciones respetables

donde se redacta la mentira de América,

el fármaco oficial de su historia.

SANCTUS

Sanctus, Sanctus, Sanctus

Dominus, Deus Sabaoth.

Pleni sun coeli

et terra gloria tua.

Hosanna in excelsis.

Benedictus, qui venit

In nomine Domini.

Pleni sunt coeli

Et terra gloria sua.

Hossana in excelsis.

El día que Fidel se vista de blanco,

se afeite el bigote, escupa el cigarro,

sonría, se calle frente a los micrófonos . . . .

El día que Augusto se quite las gafas,

rebaje de peso, se manche las manos

con mosto, no con sangre de estudiantes y obreros . . . .

El día que los pueblos arranquen las estatuas

de Martí o Trujillo, Bolívar o Duarte,

y las lleven a fundir en cañerías

para los rancheríos de los que no tienen . . . .

Quizás tocaré con un dedo impoluto

la mierda de la historia que aceita el engranaje

de la maquinaria que muele a mi gente

en carne de hamburguesa que parrillan los gringos.

AGNUS DEI

Agnus Dei,

qui tollis peccata mundi:

Dona eis requiem.

Agnus Dei,

qui tollis peccata mundi:

Dona eis requiem sempiternam.

Altas montañas

De américacolonia,

Piel de la tierra,

carne de gallina,

faldas recogidas

por que no se manchen

con la sustancia

de los muertos:

los muertos-señoras

y los muertos-niños,

los muertos-obreros,

los muertos-maestros.

Montañas imponentes

de la américaesclava;

hace siglos

viven replegadas,

solteronas

de ceño fruncido,

furibundas

porque las alfombras

de la casa grande

se cubren de ceniza,

despiden los gritos

de esqueletos sin rumbo.

Este ciego,

mudo a propósito,

no canta cascadas

ni florecidos valles.

No canta al jaguar

ni a la boa.

No canta las loas

del peonaje humilde,

no se ocupa del jíbaro

ni de la riqueza

cultural indígena.

La cascada corre

llena de basuras.

El valle florece

vigas de cemento.

El peonaje

trafica en el Norte.

El sencillo jíbaro

engorda escritorios.

La cultura indígena

se exhibe en museos.

Queda la otra herencia:

los vivos que han muerto,

los muertos que viven.

Inaccesibles

objetos del placer.

intocables

objetos del deseo,

los cuerpos suaves

de los asesinados,

los desaparecidos

de cuerpos duros.

¿Quién los quiere?

¿Quién les hace el amor?

El necrófilo

vidente

que los siente

en la caricia

de la brisa

y respira

con fruición el hedor

que las montañas

desean evadir;

que las alturas

desean escapar.

Américapaisaje

velado en sangre.

Macchu Picchu,

cementerio de piedra.

La Amazonia,

vegetal cementerio.

El Chimborazo,

cementerio nevado.

Los recorre

quien nada conoce,

quien percibe

por los sinsentidos;

quien encuentra

el camino invisible

equivocándose,

de sepulcro en sepulcro.

LUX AETERNA

Lux aeterna luceat eis, Domine,

cum Santis tuis in aeternum,

quia pius es.

Requiem aeternam dona eis, Domine,

et lux perpetua luceat eis.

Dice Horacio Oscar García Gastelu[1]

que en la vereda

los obreros de las catorce horas

alzan a su hermano

por la cintura;

que a Ricardo

le han cortado las manos,

y que hasta Quilmes

hay tanto viaje, y tanta muerte.

Dice Mónica Candelaria Mignone[2]

que cuando se mira

atenta, hacia adentro,

se halla tan vacía

y tan llena a la vez;

que el villero está

destinado al silencio

porque la ley

sólo ampara al rico.

Agustina María Muñiz Paz[3]

aprendió temprano

que ya no hay mañanas;

que las alas del olvido

baten junto al poeta’

que aparta sus manjares

para escribir

sobre las muertes

los nacimientos

que le esperan.

Alcira Graciela Fidalgo[4]

quiere que haya alguien

que la contemple

en su tristeza;

echa de menos

los molinos de viento

y ha colgado los ojos

de una telaraña

porque de cada esquina

la miran los muertos.

Álvaro Martín Colombo[5]

canta a la patria

amante y carnicera.

Julio Ricardo Jawa[6]

le ha pedido a la madre

que lo vaya a buscar

en el corazón de los campesinos,

los ojos de los niños desnutridos,

la rebeldía de los estudiantes.

Porque ama la vida,

ha salido a pelearla

en cada villa,

en cada escuela,

vibrándole las venas

con una militancia

aprendida

en el seno materno.

Estos

y los otros

cuyos huesos

devoran las sirenas,

cuyas carnes

alimentan los robles,

cuyo aliento

se condensa en lluvia,

forman

la verdadera geografía de América,

muestran

el camino a seguir

aunque ninguna historia

los recoja

y con los años

también desaparezca

el poeta

que los habla.

LIBERA ME

Libera me Domine, de morte aeterna,

in die illa tremenda,

quando coeli movendi sunt et terra.

Dum veneris judicare saeculum per ignem.

Tremens factus sum ego, et timeo,

dum discussio venerit atque ventura ira.

Dies illa, dies irae, calamitatis et miseriae,

dies magna et amara valde.

Requiem aeterna dona eis, Domine,

et lux perpetua luceat eis.


¿Cuántos

miles

de muertos

justifican

la

existencia

de

los

agentes

de

la

cultura?

¿Cuántos

han

sido

arrojados

al

mar

desde

los pájaros

de hierro

vivos

los

cuerpos

girando

hacia

las

aguas

del

anonimato

cuerpos

desaparecidos

convertidos

en

juegos

verbales

por

señores

argentinos,

chilenos, colombianos,

panameños, peruanos,

guatemaltecos

brasileños,

la

flor

y

nata

de

la

literatura

premiada

por

los

gobiernos

de

derecha

y

de izquierda?

¿Con

cuántos,. estudiantes

mutilados,

doncellas,

destripadas,

con

cuántos

voltios,

cuántas

patadas,

cuántos culatazos

se

escribe

la

novelada

historia

de

la

casa

tomada,

el

territorio

vendido

del

Río

grande

a

la

Patagonia,

en

manos

de

los

ejecutivos

de

la

Coca

Cola,.
la

IBM,

la

CIA,

de

las

hamburguesaslos

levis

los

calzoncillos

firmados

los

zapatos

firmados,

el

tigre

y

el

cocodrilito?

¿Cuántos

emigrantes

en

las

calles

de

Nueva

York,

Los

Ángeles,

París,

Berlín,

Madrid

Florencia,

para

que

una

de

las

Américas

desaparezca?

Hay

quien

dice

que
no

hay

que

preocuparse

demasiado.

Queda

el

testimonio

de

los

escribanos

creando

castillos

lingüísticos

asequibles

en

librerías.

Si

no

se

puede

habitar

el

terreno

bien

se

puede

vivir

la

palabra.

Atragantarse

de

letras

sabrosas,

con

el

vientre

hinchado

ahuecar

la

garganta,

fosa

común

de

los

muertos,

para

eructar

a

todo

pulmón

himno

que

pare

los

pelos,

que

arranque

lágrimas:

ay,

que

linda

mi

patria.

No

tanto

la

otra,

mi

odiada

vecina.

No, aquella

la

bella,

dorado

jauja,

los

estados

fraternal

mente

unidos

del

Norte.

¿Cuántos

muertos,

cuánta

sangre

empozada,

cuántos

ilegales,

cuántos

ilusos

inocentes

creyentes

en

la

histórica,

histérica,

histriónica

epopeya

que justifica

el

que

los

arreen

a

los

mataderos?

Nadie

les

ha

dicho

que

con

ellos

se

compran

acciones

de

multinacionales,

que

los

muertos

no

disminuyen

el

atractivo

de

los

uniformes,

el

ardor

pasional

que inspiran

las

botas,

los

rifles,

las

marchas,

los

desfiles.

Quizás

haya

que

traicionar

los

traidores,

traicionar

la

traición

de

los

libros,

gritar

desde

las

murallas

del

espacio

violado,

proclamar

sin

misericordia

el

segundo

holocausto:

LAS VÍCTIMAS

SON

LOS

VICTIMA-RIOS.

LOS

VERDUGOS

SON

LOS

CONDENA-DOS.

CADA

ASESINATO

ES

UN

SUICIDIO.

CADA EMIGRANTE

UN

VENDIDO.

CADA

NOVELISTA

UN EMBUSTERO,

CADA

POETA

VIVO

UN ESPECTÁ-

CULO

DE

CIRCO,

UNA

PUTA

AMARRADA

A

LA

PATA

DE

UNA

CAMA.

Jeremías,

único

ejemplo

posible;

ángel

de

los

siete

sellos,

siete

trompetas,

con

la

espada

flamante

desenvainada:

anuncia

denuncia,

desparrama

la

voz

a

los

cuatro

vientos,

los

cuatro

puntos

cardenales.

Si

no

puede

parar

la

matanza,

la

compra,

la

venta,

da

nombre

a

la

condición

del

continente.

QUE

RETUMBE.

Para

que

no

recaiga

sobre

los

ciegos

el

peso

de

la

visión

del

futuro.

Para

que

los

mudos

no

tengan

que

encontrar

el

sonido

de

las

palabras

que

lo

forman.

Para

que

los

sordos

no

corran

evitando

el

estruendo

de

las

monedas,

los

viajes

sin

escalas,

las

montañas

dinamitadas,

los

ríos

amarrados,

los

árboles

talados,

los rascacielos

agujereando

el

espacio.

Para

que

los

muertos

regresen

a

sus

villas

miseria,

sus

arrabales

pintorescos,

turísticos,

tangueros,

pleneros

llenos

de

niños

grandes

que

ríen

y

bailan

y

cantan

canciones

al

son

de

sus

guitarritas.

Para

que

el

testigo

ya

vacío

de

palabras

descanse

de

T

A

N

T

A

G

U

E

R

R

I

L

L

A

F

A

N

T

A

S

M

A.

Nueva

York,

1986





[1] Nace el 24 de abril de 1955. Estudiante de Biología. Desaparece el 17 de agosto de 1976, a los 21 años.

[2] Nace el 14 de febrero de 1952. Psicopedagoga. Desaparece el 14 de mayo de 1976, a los 24 años.

[3] Nace el 30 de Julio de 1949. Estudiante de Música y de Letras. Desaparece el 21 de abril de 1976, a los 28 años.

[4] Nace el 8 de noviembre de 1949. Estudiante de Derecho. Desaparece el 4 de febrero de 1977, a los 28 años.

[5] Nace el 11 de noviembre de 1954. Delegado sindical y estudiante de abogacía. Desaparece el 19 de noviembre de 1976, a los 22 años.

[6] Nace el 3 de enero de 1953. Estudiante de derecho. Desaparece el 12 de agosto de 1977, a los 24 años.

2 comentarios:

Hilda Vélez Rodríguez dijo...

Gracias por publicar este texto duro, hermoso y dolorosamente verídico. Asi es la poesía de Afredo, el es siempre él, con censura o sin ella.

Norma dijo...

A Silvia: mis felicitaciones por la publicación on-line de este libro cuya existencia desconocía.
A Alfredo: no encuentro las palabras adecuadas para decirte cuánto duele la memoria que reviven tus versos.
A ambos: Muchísimas gracias.

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